8. La tristeza y el amor.
La Boca, 13 de Abril de 1979.
Un dia después del caos, el fuego, la violencia y los muertos, los vecinos, la mayoría, empezó a caminar hacia Casa Amarilla, hacia el cementerio extraterrestre que se había inaugurado frente a las vias del tren. La gente estaba triste, los visitantes también. Los bigotes lograron el caos, pero no pudieron dividir al barrio, nos unimos mas, nos sentimos mas fuertes. La caravana hacia casa amarilla era cada vez mas grande, y avanzaba. El pueblo boquense quería despedir con honras a los hinchas extraterrestres muertos por la intolerancia. Pero la marcha no era solo un acto de duelo, sino también un símbolo de unidad y resistencia frente a la intolerancia que había intentado dividirnos.
Yo me uní a la caravana, movido por una mezcla de dolor y esperanza. La voz de Carla, con su bandera de Boca ondeando con dignidad, me tocó profundamente. Sus palabras, “Las semillas del odio en esta tierra no dan ningún fruto”, resonaron en mi pecho. Sentí un nudo en la garganta, pero también una chispa de orgullo por mi barrio.
Mientras avanzábamos, lo vi a Pedro, que había ido a visitar a su abuela Norma a la cárcel. Mientras caminabamos nos contó que le dijo, “Abuela, ¿en qué estabas pensando? Jesus dijo “Amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os maldicen, haced bien a los que os aborrecen”. Abuela, si abrazas solo a los que son como vos, ¿qué mérito tenes?” La abuela miro para abajo, y calló, no le dijo una palabra.
Al llegar al cementerio extraterrestre de Casa Amarilla, el silencio se apoderó de nosotros. Este lugar, inaugurado ese mismo dia, se convirtió en un recordatorio permanente de nuestras pérdidas, pero también de nuestro compromiso de no ceder ante el odio. La presencia de todos allí demostraba que, a pesar de los esfuerzos de los “bigotes” y sus mensajes de división, La Boca se mantenía más unida y fuerte que nunca.
Sofia en la marcha por los extraterrestres
“Eligieron este barrio, son de Boca, vienen a la cancha, son como nosotros”
Los hermanos Xissu en la marcha. Su tristeza es infinita. A pesar de la violencia, están conmovidos por la muestras de afecto de la gran mayoria.
Beto en la marcha.
Dicen que jamás volvió a creer en el ser humano despues de lo que pasó.
Monumentos.
Si buscamos, y tenemos paciencia, podemos ver inclusive hoy, los monumentos dedicados a las victimas del 12 de abril de 1979. Juntos, artistas de la Boca y artistas extraterrestres pusieron sobre las orillas del riachuelo sus homenajes.
La misa.
El Padre Mario, cura de la parroquia San Juan Evangelista en La Boca, celebró una misa abierta en casa amarilla. Empezó con un: “Todos somos hijos de Dios, sin importar de dónde venimos. Yo he visto con mis propios ojos cómo nuestros amigos del espacio han protegido a nuestros niños y ancianos. La bondad que tienen es innegable. ¿No es eso una manifestación de la gracia divina?“
La gente asentía. El padre continuó, “La bondad no tiene fronteras, ni terrenales ni celestiales. Inclusive la Biblia no habla de extraterrestres, pero tampoco habla de microorganismos o de dinosaurios.
Si aceptamos que Dios es infinito, entonces debe haber espacio en su plan para todas las formas de vida, incluso las que no son de este mundo, y aquí estamos, adaptando nuestra fe para incluirlos.”
Finalmente, y frente a decenas de miles de personas, la abuela Paulina, fue elegida por el Padre Mario para cerrar la misa. Recuerdo cada palabra de lo que dijo:
“Frente a esta majestuosa Bombonera resplandeciendo bajo el sol, me encuentro ante ustedes, corazones boquenses de todas las edades. Siento en el pecho la fuerza del amor que sólo nuestro barrio puede encender.
Hoy recordamos a nuestros hermanos de mundos lejanos, que dejaron su vida en estas calles víctimas de la intolerancia.
Es fácil dejarse llevar por el miedo a lo desconocido, pero, en su memoria, les pido que miren más allá. Que en cada estrella de nuestro escudo y en cada estrella que brilla en el cielo, vean a un amigo, un hermano, esperando ser conocido y comprendido.
Debemos recordar que, antes que boquenses, extraterrestres o terrestres, somos seres de luz, hijos del mismo Creador, llamados a amar y ser amados. No dejemos que el miedo oscurezca esa verdad.
Por aquellos que se fueron, por los que aún estamos aquí y por las generaciones venideras, es nuestro deber recordar, que el espíritu de este barrio es la solidaridad.
Que Dios, en su infinita misericordia, bendiga a cada uno de ustedes, a la Boca, y a todos los seres del universo. Y que, juntos, sigamos unidos por un mañana donde el amor y la tolerancia triunfen. ¡Vamos Boca, y paz para todos los mundos!”
Después de las palabras conmovedoras de la abuela Paulina, un silencio respetuoso envolvió a la multitud. Lentamente, todos comenzamos a dispersarnos, regresando a nuestros hogares en paz, con el corazón lleno de las enseñanzas del día. Mientras caminábamos, nuestros ojos se elevaban al cielo, donde globos azules y amarillos se elevaban hacia las alturas, llevando consigo nuestros deseos de paz y tolerancia.
El amor.
En cada esquina de La Boca, el cielo se tiñó con los colores de nuestro amado barrio, azul y amarillo, como un vasto manto que cubría nuestro duelo y esperanza. Globos, símbolos de recuerdo y homenaje, ascendían hacia las nubes, llevando consigo nuestras oraciones y pensamientos. Mientras observábamos cómo se elevaban, no podíamos evitar que nuestros corazones se llenaran de emoción; era un momento para la reflexión profunda sobre lo que verdaderamente significaba ser parte de este Barrio.
Los más pequeños del barrio, siempre ellos, con su inocencia y bondad inherentes, mostraban un entusiasmo contagioso por el homenaje. Corrían de un lado a otro, sus caritas iluminadas por la emoción, soltando los globos con una mezcla de alegría y solemnidad.
Recuerdo claramente cómo me sentí aquel día, parado en la vereda de mi casa, con un globo en la mano. Al soltarlo, sentí como si una parte de mí se elevara junto a él, una parte que anhelaba la paz para nuestro barrio y para el mundo entero.
Al mirar para arrina lo ví a Jorgito, que era unos años mas grande que yo.
Jorgito, entusiasmado con el homenaje de los globos queria irse al cielo junto a los extraterrestres . Armo una estructura, la ató a globos y empezó a ascender. Antes de salir dijo: “Hay que vivir a lo Boca: con huevos!”
Subió y subió. Jamás pidió que lo rescataran.
Ese día, La Boca no solo rindió homenaje a las víctimas de la intolerancia. En el aire se respiraba un espíritu de renovación y esperanza, palpable en cada conversación, en cada gesto, en cada mirada. En ese instante, La Boca se convirtió en mucho más que un barrio; se erigió como un faro de esperanza, un ejemplo luminoso de lo que podemos lograr cuando nos unimos en nombre del amor.
La Boca, 29 de abril de 1979.
Jugaba Boca con Rosario Central. La suelta de globos también ocurrió en la Bombonera. Fue increíble. Yo fui con Ale y Roberto a la cancha, teníamos 8 años e íbamos solos. Otros tiempos. Siempre que jugaba Boca en el barrio cruzábamos el descampado de casa amarilla caminando y ya en la cancha le decíamos a cualquier adulto: -¿podemos entrar como sus hijos?. En esa bella época, solo por ser hijo de alguien no pagabas entrada, y todos decían siempre que si. Ese dia, lo recuerdo bien, la suelta de globos fue tan emocionante que nos abrazamos con Ale y Roberto y lloramos juntos. Teníamos muchos amigos nuevos y muy buenos entre los extraterrestres. Boca empató 1 a 1 con gol de Huguito Perotti. El barrio poco a poco volvía a la normalidad.