La Boca, 1979.
Lucia y Kto, a pesar de sus evidentes diferencias, se encontraron en una encrucijada de amor y confusión en las coloridas calles de La Boca. Un día, Lucia, con su corazón rebosante dio el primer paso y le dijo: “Mi amor por vos es tan grande como el cielo azul y amarillo que cubre el mundo.”
Pero Kto, confundido, respondió: “¿Pero el cielo puede ser tormentoso y gris? ¿Es eso lo que sientes por mí?”
En otro intento de expresar su amor, esta vez le toco a Kto hablar, “Te amo hasta el sol de mi galaxia.” Lucia, desconcertada, replicó: “Pero, ¿no sabes que el sol quema? ¿Qué es ese amor?
Un día, mientras paseaban por el Riachuelo, Lucia intentó nuevamente, “Te amo como las olas aman la orilla.” Kto, desconcertado, contestó: “Pero las olas erosionan la orilla constantemente, ¿es eso lo que nuestro amor hace?”
Kto, un poco cansado de las confusiones entonces decidió mostrar sus sentimientos en su propia lengua, y le creo un canción una suave y melódica. Lucia la escuchó y dijo: “¿Es una canción triste? No entiendo…”
Otro dia caminando por Brown, Lucia paró en una floreria y le compró una rosa, pero Kto cuestionó: “¿Por qué me das una flor con espinas?”
Y así, cada palabra, cada gesto de amor se perdía en un mar de malentendidos. Pero a pesar de todo, no podían negar el vínculo que los unía.
Una tarde, sentados en silencio en el Parque Lezama, simplemente se miraron, sonrieron y empezaron a reir a carcajadas, y en ese momento, sin palabras ni explicaciones, entendieron que su amor estaba más allá de las palabras, más allá de las interpretaciones terrenales o extraterrestres. En el amor que compartían, encontraron un lenguaje común, un lenguaje del corazón que no necesitaba explicaciones. Y en ese silencio compartido, su amor floreció más fuerte que nunca.