La Boca, 1979.
En última instancia, fueron los más chicos quienes más profundo afecto demostraron hacia nuestros visitantes. Para nosotros, los extraterrestres se convirtieron en nuevos compañeros de juego, principalmente en el “Chumbazo”.
Ese año, el barrio entero jugaba al chumbazo, y la gran final se jugó en la Avenida Benito Pérez Galdós. El sábado 28 de Abril, la policía cerró el tránsito de la Avenida. Rápidamente se llenó de patinadores, futbolistas improvisados, tenistas y hasta algunas familias se animaron a hacer un picnic sobre el asfalto.
El sol brillaba en lo alto, derritiendo las breas que unían los cementos de la calle, y muchos chicos con gomeras, aprovecharon ese material codiciado para hacer pequeñas bolitas negras.
Pero, entre todas las actividades, había una que empezó a atraer todas las miradas: “El gran campeonato del Chumbazo”. La regla era sencilla: Solo habia dos toques permitidos, estaba prohibido cruzar la mitad de la cancha, y valia chumbar con toda la violencia que tengas adentro. El juego era rápido y el primero en alcanzar cinco goles se quedaba jugando en la cancha. El que perdía se iba para que otro pudiese entrar.
Los niños se turnaban en el juego, entrando y saliendo en función de sus victorias y derrotas. Pero todo cambió cuando Cacho, el extraterrestre, se unió al juego. Su chumbazo era tan potente que se quedó jugando mas de 20 partidos seguidos. Sin embargo, apareció Dieguito, un chico pequeño, delgado y con botas de gamuza. Al entrar a la cancha mostró una habilidad y agilidad sorprendentes. Era como ver a David enfrentarse a Goliat.
El juego se tensó al llegar a un empate de 4 a 4. El siguiente gol decidiría al “campeón de los campeones de la galaxia”, como lo habían denominado los niños del barrio. En un giro inesperado, un amigo de Dieguito le dice algo al oido, y después de esas palabras mágicas , llegó el chumbazo mas violento jamas visto y con el, el gol decisivo.
Dieguito, cargado sobre los hombros de Cacho el extraterrestre, dió la vuelta olímpica por la avenida bajo una lluvia de aplausos. “Nunca gané nada, es una sensación hermosa ganar, pero lo más lindo es cuando todos se ponen contentos de que uno gane”, dijo, con una sonrisa que iluminaba su rostro.
Cacho, contento por Dieguito y sorprendido por la fuerza de su chumbazo final le pregunto: ¿Qué te dijo tu amigo al oido antes de chumbar?
Me dijo: “Pensa en todo”.