“Frente al desaparecido en tanto éste como tal, es una incógnita el desaparecido. Si el hombre apareciera tendría una tratamiento X, si la aparición se convirtiera en certeza de su fallecimiento tiene un tratamiento Z, pero mientras sea desaparecido no puede tener un tratamiento especial es un desaparecido, no tiene entidad no está ni muerto ni vivo, está desaparecido, frente a eso no podemos hacer nada.”, dijo el Presidente de facto de la Argentina Jorge Rafael Videla en 1979.

18. Esa incognita.

La Boca, 1979.
El barrio se había convertido en un mosaico de emociones y eventos extraordinarios. Sin embargo, no todo era color y música en las calles donde ahora resonaban las melodías de Elvis y Freddie. Los bigotes en sus Falcons verdes, volvieron a aparecer, siempre observando, siempre anotando.
En sus libretas ya estaban los nombres de las señoras que cocinaban fideos con tuco, los fanáticos emocionados que venían de todas partes, incluso los extranjeros y extraterrestres que encontraron refugio en La Boca.
El recuerdo de los incendios y los desmanes provocados durante la llegada de los extraterrestres al barrio aún estaba fresco. Nadie quería revivir esos días, y mucho menos ahora que había ganado el amor y la solidaridad.
En medio de esta tensión, Daniel, Roberto y Cacho, no volvieron a casa. Las habladurías corrían, algunos decían que habían ido a buscar el sol y la brisa de Mar del Plata, otros que no hablaban sentían un peso en el corazón.

BasKiat, el gran artista de esta galaxia y de otras, decidió actuar a su manera. Con la caída de la noche, llevó sus latas de pintura y las paredes y creó en silencio, retratos vivos de los tres amigos.

Cada mural era una historia, un grito visual que decía: “Estamos acá. Los esperamos. No nos olvidamos”.

A la mañana siguiente, el barrio despertó con estos nuevos murales. La gente se detenía, miraba y algunas lágrimas se derramaban. Los murales de BasKiat no solo eran arte, eran una defensa contra el olvido, y sobre todo, un acto de esperanza.

En La Boca, la vida, el arte y la memoria se entrelazaban en las calles, creando un tapiz de lucha y resistencia, mostrando que incluso en los tiempos más sombríos, la humanidad y la solidaridad al final, siempre vencen.

BasKiat, el mejor muralista del barrio y la galaxia.

Homenaje a Alberto Falicofe. Hecho por BasKiat el extraterrestre.

Homenaje a Hernán Ferández. Hecho por BasKiat el extraterrestre.

Homenajes Anónimos.

Matias y Lucas.

La Boca, 1979.

En aquellos días, La Boca era un hervidero de amor, solidaridad, creatividad y también resistencia. Los hermanos Matías y Lucas, con sus telas azules y amarillas, se habían convertido en símbolos del barrio. Cada calavera pintada en sus obras era un recordatorio silencioso, un homenaje a aquellos que habían desaparecido sin decir adiós.

Los bigotes, siempre rondando en sus Falcón verdes buscándolos, veían en estos actos de arte una forma de subversión.

Los hermanos, conscientes del peligro que corrían, nunca dejaban que el miedo enturbiara su creatividad. Sabían que su arte era más que colores y formas, era un acto de hacer visible lo invisible, un acto de valentía, ahí donde hubo cobardía.

Una tarde, mientras colgaban una nueva tela en una pared del barrio, un grupo de vecinos se acercó para ayudar. Entre ellos, varios extraterrestres, que veían en los hermanos la lucha contra la opresión. Unidos, humanos y extraterrestres trabajaron hasta que la tela quedó majestuosamente instalada.

Esa noche, los hermanos también se fueron sin decir adiós.

Matías y Lucas, a su manera, nos dijeron que, a pesar de todo, siempre habría color, siempre habría resistencia y siempre habría memoria.

Durante la dictura militar, en el barrio de La Boca desaparecieron cerca de 18 personas: Horacio Aguilera, Remo Berardo, Rubén Bispo, Ricardo Cabrera, Juan Díaz, Alberto Falicofe, Hernán Fernández, Oscar Fernández, Carmen Ferradas, Pablo Gazarri, Daniel Levy, Martiniana De Levy, Carlos Lancri, Jorge Loiacono, Mario Molfino, Horacio Pedraza, Graciela Panelli, y Eustaquio Peralta

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